CHAQUETEROS DE LA POLÍTICA E IRREGULARIDADES DE LA MISMA

Las ideas y los valores del alma, son nuestras únicas armas; no tenemos otras, pero tampoco las hay mejores.   – Manuel Gómez Morin -                  

Que hay políticos muy imperfectos, es algo que la Historia nos muestra. Lo que al alcance de  nuestra existencia está, sin tener que acudir imprescindiblemente a otras Edades, incluida la Contemporánea, por hallarse a la vista, con plena contemporaneidad, es el conocimiento de políticos no leales a su ideal políticos, y, por otra parte, si comparamos éste con su vida particular podemos comprobar que podían decir con Séneca: Hay que obedecer lo que predican los filósofos y no seguir lo que hacen. Con todo, el filósofo que predica el bien deja una estela que hacia el bien lleva, pero el político… Todos –filósofos y políticos, y no filósofos ni políticos- proclaman honradez y, no obstante, cuán pocas personas honestas hay in hac lacrimarun valle, en este valle de lágrimas. De una parte, seguimos siendo cerdos de la grey de Epicuro, e idólatras del becerro de oro, por otra.

¿Son mejores los reyes? Incuestionablemente NO. Son del mismo reino, del reino animal, animales racionales, y, por reglar general somos los humanos tan poco racionales y humanos. Ya dice Baltasar, valga de paradigma a este efecto, cómo somos. Perdón por lo que de escéptico y de pesimista tengo. O diré con Antonio Gala: No soy pesimista. Soy un optimista bien informado. Él afirma que el optimismo bien podía ser una cuestión de ignorancia, y que la información que nos llega sobre el mundo exterior obliga a ser pesimista. Ello es evidente, ya la recibamos de la Vida o de la Historia, “del presente encendido o del pasado muerto”, con que, entre otra palabras, distingue Gregorio Marañón la una y la otra. El aludido Epicuro da prioridad a los placeres del espíritu sobre los de la materia, cosa que ni por el forro ocurre, en general, con los reyes.

¿Dejaron de ser erotómanos los reyes de la dinastía Borbón y la de Austria, en España por no ir más lejos? En absoluto, si descontamos al último Austria, Carlos II, por lo que de piltrafa humana tenía, y, de los Borbón, a Carlos III, que no fue mujeriego ni dado a… hacer negocios en beneficio propio.  Divulgado está lo de los monarcas españoles que casi alcanzamos a ver, que vieron nuestros padres y abuelos, es decir, Alfonso XII y su hijo póstumo Alfonso XIII, tanto peor educado por haber nacido rey. Y se ha extendido, popularizado, en nuestros días, la característica que uno y otro tuvieron de donjuán, dado que la misma, por no perder la costumbre, ha distinguido al actual Juan Carlos I de Borbón y Borbón, que no les ha ido a la zaga, ni mucho menos, sino que les ha dejado como aprendices en la materia. E incluso a reyes de la Edad Media como, en Castilla, los Castilla y la rama bastarda los Trastamaras, fusionadas a partir de Enrique III el Doliente, Trastamara, y la nieta de Pedro I de Castilla, Catalina de Lancaster. Un donjuán fue este rey, y otro su hermanastro y fraticida Enrique II     

Aparte el avance de anticonceptivos con relación a aquel ayer, claro está que don Juan Carlos tiene algún hijo bastardo, ya hablé de alguno en otro artículo, y ahora ha aparecido en Internet –bueno, aquí la he leído- la noticia “Dicen ser hijos del rey”, la belga Ingrid Sartiau, de 46 años de edad, y él catalán Albert Solá Jiménez, de 54, según pruebas de ADN. Es indudable que si ha “conocido” a las 1.500 mujeres que últimamente se le han atribuido desde adolescente –sólo tuvo el freno que su creador como rey le impuso desde su boda a la sucesión, la cual se hubiera jugado a una sola carta de haber tenido el dictador noticia de que incurría en adulterio- ha de tener de por vida sorpresas de estas. Que se acepten o no, a pesar de la hoy día irrefutable prueba científica de ADN, es otra cosa. Pero si tales hijos acuden a los tribunales de justicia y pueden aportar dicha prueba es impepinable que en justicia se ha de emitir sentencia a su favor. Por ello, porque no se puede, sin incurrir en desafuero, refutar, el ADN.    

En lo que se refiere a la ancestral idolatría del becerro de oro, todo rey es émulo de su colega el mítico rey Midas, que deseaba todo el oro del mundo. La sed de riqueza es, por lo general, infinita, la riqueza –Schopenhauer dixit- es como el agua salada, cuanto más se bebe, más sed produce. Los reyes constitucionales tienen vetado el hacer negocios, no es esa su misión –“realmente” no era tampoco la del rey absoluto pero como gobernaban… No le convino a Fernando VII el Felón la Constitución (otras “Pepas” prefería) y, así, aunque dijo marchemos todos, y yo el primero, por la senda constitucional, cambio de senda rápido. Hizo negocios, lo que no hizo fue una política acertada y humanitaria. Todo viene a poner de relieve que los reyes, cubriendo la geografía y la cronología, no son en términos generales superiores a los demás en virtudes, sino unos pecadores más. Por lo bien pagados, por sus privilegios, ventaja tiene para la virtud pero también para el vicio.

Y hablando de las irregularidades de la política, encuéntrase entre ellas el chaqueteo, cambiar interesada, y a veces repetido, de ideas o de partido. También, en una de sus acepciones, lo que se dice chaquetear, cambio de bando o partido por conveniencia personal. Este anómalo proceder se da en los políticos profusamente. Claro está que a veces se impone por imperativo de las circunstancias –pero a veces, no siempre ni mucho menos-, ya dice Ortega que el hombre es el y sus circunstancias, cierto quebranto a la fidelidad de una idea, así el caso del falangista Adolfo Suárez, que fue siempre protegido del falangista Fernando Herrero Tejedor, formó parte de la “Secretaría General del Movimiento” y en ascendente trayectoria fue durante aproximadamente un año gobernador de una provincia que para mí encarna muchos recuerdos –siempre hay de todo, buenos y malos-: Segovia.

Herrero Tejedor muere de accidente automovilístico el 12 de junio de 1975 pero seguiría su línea ascendente con Arias Navarro, el carnicerito de Málaga. Bien. No trato de detenerme en ninguna biografía de estas tres figuras de Franco y dos, Arias y Adolfo Suárez, de la Transición. Quiero sólo recordar que éste fue el artífice de la misma, lo que significa un falangista desmontando la Falange, parte de los cánones del Movimiento Nacional,  en aras de la monarquía, conseguir la instauración de ésta. Y pues significo este contraste, he de exponer algo no tan conocido, y es la férrea ayuda que le prestó una hija de Serrano Súñer. ¿Quién no sabe que estaba casado con Ramona Polo Martínez-Valdés, es decir, la hermana de la mujer de Franco, y del omnímodo poder que por consiguiente alcanzó? Pero la referida hija de gran importancia, como digo, en la Transición, no lo era del matrimonio sino de él y María Sonsoles de Icaza, casada con Francisco Díez de Rivera, marqués de Llanzol. Carmen Díez de Rivera e Icaza fue nombrada directora del Gabinete de Adolfo Suárez, y conocida como “La musa de la Transición”.

Se achacó a la política la brusca caída de Serrano Súñer al que Franco llegó a nombrar presidente de la Junta Política de FET, cargo que luego y definitivamente asumió él, era el brazo derecho de su cuñado, el que trató de dar carácter político a la dictadura. Era entusiasta de Hitler y Mussolini, todavía -1942- bastante fuertes en la segunda guerra mundial cuando fue  drásticamente eliminado de la política. Llegó a saberse, en reducido círculo y sotto voce, el verdadero motivo. Su esposa no transigió con esta infidelidad –alguna otra había aguantado-, ya que María Sonsoles se jactaba de su amante, y se lo comunicó a su hermana. Resultado: el ya expuesto. Continuó como marido, en aquel tiempo no había separación, y, echándole valor, continuó también su relación extramatrimonial durante bastantes años. Pese a lo muy enamorada que Sonsoles estaba del padre biológico de su hija pequeña, determinó él dejarla. Ésta era de gran parecido a él, nació en 1942 y murió en 1999.

Su vida rayó en el patetismo al estar enamorada de un hijo de Serrano Súñer  y cuando decidieron contraer matrimonio surgió el enterarse que eran hermanos de padre, esto ya traumatizó su vida. Es esta una historia que, como digo, era conocida en las altas esferas, no exentas, ni mucho menos, de cuernos, por muy católica que fuera aquella España de Franco. La prensa entonces estaba amordazada –toda publicación, ya hice referencia otro día a la censura practicada por el Ministerio de Información y Turismo-, mordaza que en la monarquía, con la misma o más corrupción, se ha querido prolongar un tanto indiferente a la libertad de expresión proclamada en la Constitución.  A pesar de todo, de más o menos dificultades en época de la dictadura y, luego, de la monarquía, hoy día contamos con amplia bibliografía sobre cuestiones de cama y cuestiones no menos sucias de negocios ilegales, dicho sea así por no denominarlo con su crudo nombre.

De ir presentando la broza de la vida demos un descanso intercalando la belleza de unos versos que suenan al apellido Icaza. Por aquellos años el público femenino leía mucho a Carmen de Icaza, hermana de Sonsoles e hijas ambas del poeta, historiador y ensayista mejicano Francisco Asís de Icaza y Breña, diplomático de la Legación de Méjico, en Madrid, donde se deslizó su vida y murió. Carmen publicó su primera novela en la revista madrileña Blanco y Negro e impactó grandemente: Cristina Guzmán, profesora de idiomas. Del padre son célebres los versos que el director de Bellas Artes, Antonio Gallego Burín, colocó en la Alhambra:

Dale limosna, mujer,

que no hay en la vida nada

como la pena de ser

ciego en Granada.

Pena es también que las ideas y/o los valores del alma fallen en su acierto y en su constancia. Hay que procurar seguir la verdad, lo honesto y, con ello, vencer convenciendo, que no es vencer enteramente si no se convence. Con esto estoy extrapolando la frase que Unamuno emitió en aquel lamentable acto militar en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936 y cuya represalia a la misma le costó la vida el día último del año. Llegó a asquearse de los dos bandos, que iban a dúo en sus crímenes, y ante la rara dialéctica castrense de “abajo la inteligencia”, “viva la muerte”, tomó la palabra y hubo un momento en que dijo: Venceréis pero no convenceréis. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil deciros que penséis en España.

No ha sido estimado como acierto que el rey se haya viajado a Arabia Saudí; no ha dejado de manifestarse literalmente: Como Dívar está leproso, políticamente hablando, da la impresión, leyendo los medios, de que el rey ha huido del acoso con Dívar, ni que fuera contagioso, pero se va con los déspotas, criminales, ladrones, corruptos, discriminadores, de Arabia Saudí. Y no tendría que irse. También se fue cuando el incendio de Guadalajara, murieron un montón de muchachos mientras el rey estaba con sus banqueros. Si que estamos viendo –no sólo oyendo, leyendo- hechos no inteligentes, ni coherentes si quiera, evidentemente lesivos a la Corona. Que no se queje de lo que su mujer ha hecho en perjuicio de mantener la misma, tal como ayudar a los hijos en sus inadecuados matrimonios, o su defensa de Urdangarín. Toda la familia real esta defraudando.

Con respecto al caso Dívar -¡ya sólo faltaba que la corrupción económica calara en el seno de la Justicia!- estoy con los que lamentan que no haya dimitido antes de presidir los actos del bicentenario del Tribunal Supremo. Ponía al rey [éste se escondió, pero ya he dicho que fue peor el remedio que la enfermedad] en un violento papel –la foto de ambos juntos- estando tan tocado de la corrupción por el matrimonio Urdangarín-Borbón. ¡Cuán vergonzoso es que la corrupción haya alcanzado tan altas cotas!

MANUEL LÓPEZ PERALTA