La justicia la única y auténtica meta común, luminosa y alta, trazada de antemano en lo más hondo de nuestra razón y de nuestros corazones. – Bernard Shaw –
Tanto la una como la otra, al día de hoy, y relacionadas entre sí, forman un dilema. Si en el “caso Urdangarín” se hace justicia hay que anular la monarquía. Si ésta continúa habría que perder toda fe en la justicia. De momento, no renunciamos a toda esperanza como han de hacerlo los que entran en el infierno de Dante. La teníamos en que la Audiencia de Palma no desestimara la apabullante demanda de Manos Limpias, y acaba de decepcionarnos. A ver que opina este colectivo en cuanto la desestimación de su escrito por no presentar hechos concretos.
Lo que está claro es que a ultranza hay que evitar involucrar a la infanta Cristina en la causa penal que se sigue a su cónyuge por cuanto, evidentemente, sería fatal para la institución monárquica por muy arraigada que estuviera, tanto más no estándolo en absoluto y especialmente por las últimas generaciones que en modo alguno pueden entender la existencia del régimen monárquico en nuestros días, y en el caso de los Borbones que tras su destronamiento hayan vuelto por las buenas, sin convocarse unas pertinentes Elecciones. Piensan –y esto jóvenes y viejos- que para cuándo éstas.
La Corona en incontrovertible peligro.
Habrá tenido un respiro la Casa Real, ya que, por decirlo con palabras de un artículo existente en la red, la mera posibilidad de que la infanta Cristina sea citada a declarar como testigo […] ha encendido las luces de alarma en la Casa Real.
Nada más lógico y natural, ¡y después de los últimos pasos reales que tanto dieron que decir y enfureció a la ciudadanía! Sigue diciendo el artículo: La pregunta que muchos se hacen ahora, dentro y fuera de la Zarzuela, es: ¿se atreverá el juez Castro a dar ese paso? El daño que esa imagen causaría al prestigio de la Corona sería incalculable. Consigna seguidamente que nada impide legalmente que sea llamada como testigo o como imputada. Por supuesto que bajo el punto de vista del Derecho nada lo impide, pero ello no quiere decir que dejen de existir otros impedimentos. El fundamental ya le he consignado:
Implicar a la hija del rey significa destruir la monarquía. No estuvo por la labor desde el principio el instructor de la causa ni lo han estado ahora los tres magistrados de la Audiencia Provincial.
Ahora sólo un respiro.
No pasa de ser esto. La fatiga sigue, y, aunque persista la inocencia de la cónyuge de Urdangarín, no es para echar las campanas al vuelo, es situación sumamente preocupante, temerosa para la Familia Real. La encrucijada, como situación difícil en que no se sabe qué camino seguir, es la que a nuestra vista se abre: ir por la senda de la justicia o por la de la monarquía, una u otra, dos distintas no pueden seguirse a la vez. Y conste que para tratar de que el “caso Urdangarín” no ponga en eminente peligro la monarquía que tenemos –como digo, a la fuerza, la queramos o no- dirigirse por la de la monarquía en detrimento de la justicia traerá indefectiblemente grandes y desagradables sorpresas; por ejemplo, un partido político ha dicho que tras de ser sentenciado el yerno del rey le harán a éste responsable de no haber actuado en su día de modo pertinente, sino haberle encubierto enviándole a Estados Unidos. La sentencia no creo que se obvie o evite, rehúya, ha de dictarse.No se puede hacer comulgar con ruedas de molino.
Es el único milagro que hacen los políticos, y especialmente los de nuestros días. Saben que no lo consiguen mentalmente, que no nos mentalizan en sus errores y/o voluntad inconfesable, egoísta, pero cuentan con su poder. Entre el que tienen y el que se toman… ¡Y se habla de democracia! Una democracia en la que los dos partidos políticos que desde la dictadura vienen gobernando eligen a los jueces. Si triste es que la política haya llevado a España a ser uno de los países más afectado por la crisis, más enojoso y doloroso es, si cabe, que la justicia esté bajo mínimos en el concepto de la ciudadanía.Desterrada la justicia –dice el humanista Juan Luís Vives- que es vínculo de las sociedades humanas, muere también la libertad que está unida a ella y vive por ella. Si no hay libertad no hay justicia, si no hay justicia no hay libertad. Puede haber libertinaje y corrupción. Incluso empezando por el desenfreno político. Cuéntase que Urdangarín dijo a su suegro: “Como en España cada uno hace lo que le da la gana, yo también”.
Pero los que la hicieron, algunos la pagaron, lamentable y vergonzosamente no todos, y ahora veremos si la paga él o se emplean martingalas para camuflar la ley. No olvidemos que existe la trampa legal, o sea, según el DAE, “acto ilícito que se cubre con apariencias de legalidad”. Lo de la infanta Cristina es tremendo, terrible, va a caer muy mal y deja importantes secuelas, no digamos que Urdangarín no pise la cárcel, que no se haga justicia, que ocurra lo que él pensó siempre: que gozaba de absoluta impunidad. Y a disfrutar lo trincado el matrimonio Urdangarín-Borbón. Ya que no le echa el rey de la Familia Real, que el juez dicte una sentencia justa, tras no haber querido comprometer como involucrados, pese a los correos electrónicos que lo revelan, a la infanta y al rey por la ayuda que le prestaron. Se complicará la cuestión si hablan de ello los correos intervenidos a Diego Torres; bueno, siempre que no se baje telón para tapar el escenario. Con todo, la monarquía lo tiene difícil: malo si se hace justicia, y malo si no se hace. Asimismo los políticos del PP o del PSOE si en el asunto intervinieran dificultando la realización de los Tribunales de Justicia. Otra duda puede ser si acabará el pleito en el juzgado número 3 de Palma.
MANUEL LÓPEZ PERALTA
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