El estado social solamente es ventajoso cuando todos poseen algo y ninguno carece de todo.
- Rousseau, en su Contrato social -
Que en el mundo no se alcanzó la justicia social, es impepinable. Que un gran avance se dio en el siglo XIX en España y en Europa, lo es igualmente. ¿Es justicia social que en el llamado Tercer Mundo se muera de inanición: falta de alimentos, medicinas…
Vamos camino de esa área geográfica, de ese conjunto de países poco desarrollados económica y socialmente. Causa grima, revistas y libros aparte, dar un paseo por Internet y ver fotos y noticias del hambre, leer, por ejemplo, que por todo el mundo miles de personas viven al filo de la muerte ante el olvido de las sociedades desarrolladas. Somalia, Haití, República Centroafricana, son de las de peores crisis.
Calidad de vida.
Se habló, lo que era muy cuestionable, de calidad de vida, y ahora es para la generalidad de la ciudadanía casi tan deficiente como la de los tercermundistas.
He aquí la cruel verdad: Ya no basta haber creado la miseria de esos países a beneficio de la riqueza de otros, ahora hay que esquilmar a las capas sociales bajas y medias de todo país en ventaja de las altas. Entiéndase calidad de vida material, que no constituye la personal per se, por sí misma, pero evidentemente es lo básico.
¿Ha causado el pueblo la gigantesca crisis en que nos hallamos?
A lo mejor surge algún talentoso político de los que padecemos diciéndonos que sí, porque, según la Constitución, la soberanía nacional reside en el pueblo, del que emanan los poderes del Estado. Y que el mismo artículo 1 consigna que España es un Estado social y democrático de Derecho. Viene a contradecirlo el punto 3 de dicho artículo, el cual expone literalmente: “La forma política del Estado español es la es la Monarquía parlamentaria”. Es para dejarle a uno alucinado, ido, sin razón.
Ninguna monarquía es democrática, están en terreno ajeno, y por ello, quizá, se situaron en tierra de nadie. No es precisamente rasgo alguno de la democracia que además de haber un rey, éste haya sido situado por el mencionado texto, y por el Código, al margen de la Justicia. ¡Qué maleables son hoy día las pocas monarquías constitucionales que quedan en Europa!
Las meteduras de pata de economistas y políticos las paga el pueblo.
Y es el caso que obviamente no tiene en ellas arte ni parte. El refrán de pagan justos, por pecadores se da visiblemente, es decir, las consecuencias de una acción individual puede repercutir en un colectivo. La comete el asesor economista de turno de un Presidente y la paga el país. ¿Responsabilidad? Al maestro armero. Otro refrán se puede sacar a la palestra: Si da el cántaro en la piedra, mal para el cántaro; y si la piedra da en el cántaro, mal para el cántaro. Está claro que el mal y los perjuicios siempre los recibe el más débil. Y la casta política ha debilitado al pueblo, a la sociedad civil, arbitrariamente. La ha supeditado.
Los políticos de la monarquía de Juan Carlos I ignoran, o afectan ignorar, los Derechos del Hombre, nada quieren saber, por ejemplo, de su artículo 3, el cual dice: La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a contribuir a su formación, personalmente o por medio de sus representantes, y ya sea que proteja o que castigue, debe ser la misma para todos. Todos los ciudadanos, como iguales ante la ley, son del mismo modo admisibles a los cargos, dignidades y empleos públicos, según su capacidad, y sin más distinciones que las de la virtud y el mérito.
Tráfico de influencia
Como vemos, se descarta implícitamente el tráfico de influencias, o práctica ilegal de utilizar la influencia personal para la concesión de cargos muy por encima de la cualificación de familiares o amigos. Notorio es al extremo de exageración que lo ha llevado el rey con sus hijas y yernos, también con el hijo en lo que atañe a sus estudios militares. Harto se ha escrito al respecto. Y está penado el nepotismo por el Código Penal. Ello está en la línea de no transparencia, corrupción.
Pero la pura y dura corrupción es la del que emplea la política para robar, y que aunado a los desaciertos de los políticos generó la crisis. Estamos aviados con los políticos, tan relacionados con las Cajas de Ahorros. ¡Cómo para haber puesto freno a los banqueros!
No soy, ni mucho menos, clerical incondicional –conozco bastante la historia del papado, de su Estado y banca-, pero el papa actual ha tenido esta frase clave: La economía no funciona con una autorregulación del mercado sino que necesita una razón ética para que funcione para la humanidad.
MANUEL LÓPEZ PERALTA
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