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octubre 06, 2011

municipalizar lo privatizado: el mercado del agua

Recuperar lo privatizado, re-municipalizar los servicios de los ciudadanos, recuperar lo nuestro y que habeis malvendido y entregado al capital. Si existiera la justicia, las cárceles estarian llenas y los escaños del Congreso vacios.


Si bien el acceso social al agua ha sido llevado de manos de la administración pública,  a partir de la década de los 70-80 hay un movimiento pro-privatización de los servicios públicos de agua coincidente con el desarrollo de las políticas neoliberales

En ésta época la administración es sinónimo de ineficiencia, incapacidad de administrar con la eficacia que lo hace una empresa privada. Así el capitalismo neoliberal capta un bien típico del mercado capitalista y prometedor de grandes fortunas. Es un bien público pero el capitalismo, ya sabemos, no tiene escrúpulos y de una necesidad social  desarrolla un gran mercado con grandes beneficios.

He leido algún artículo sobre que un  antiguo  director  general de Suez,  Gérard Mestrallet, ahora, presidente de ésta transnacional, fué famoso por el comentario: El agua es un producto que normalmente tendría que ser gratis y nuestro oficio consiste en venderlo.

El agua había estado siempre resguardada del mercado privado, hasta que el capitalismo encontró un punto débil por donde colarse, la ineficiencia de la administración publica y la promesa de la eficiencia privada (grandes inversiones, menores costes, mejoras en tarifas).

Opino que  el agua es la joya, la estrella del mercado capitalista:

 1º Es un bien escaso y  básico para la vida.

2º El mercado de la gestión del servicio de agua se lleva en régimen de oligopolio, son tres las empresas que controlan el 80% del agua privada a nivel mundial: Suez, Vialia, ambas francesas y RWE alemana. Las concesionarias gestionan el servicio de agua bajo el sistema de monopolio, con las imperfecciones de mercado que ello conlleva.

3º La gestión se lleva sin riesgo económico, la administración tiene que garantizar el equilibrio económico de las explotaciones, vía tarifa y los estudios económicos los presenta la empresa, en base a unos datos  no garantizados.

4º Las inversiones iniciales: desembolsos que abona la concesionaria al Ayuntamiento y los intereses financieros se recuperan igualmente vía tarifa. Además ese canón, ese capital no ingresa en el circuito del bien administrado, el agua, sino que se aplica a otros fines, normalmente electoralistas. Se podria considerar incluso un impuesto encubierto que lo paga el usuario.

5º El agua será en el futuro un elemento natural estratégico.

 Bajo el slogan de la eficiencia privada, en un periodo de 10 a 15 años, las grandes multinacionales Suez, Vialia, RWE han obtenido beneficios extraordinariamente cuantiosos con las gestión del servicio de agua, tanto en Europa como en países en vía de desarrollo (América, Asia, Africa.) beneficios que se explican en privatizaciones famosas lideradas por Suez, como la de Atlanta, Grenoble, Filipinas  y otras, de las que, según las hemerotecas, el gigante transnacional tuvo que salir con sus trapos sucios al descubierto.

 La situación de oligopolio en el  mercado mundial del agua ha sido motivo de corruptelas, actuaciones pocos éticas (parece ser que tanto Suez como Vialia se han visto envueltas en escándalos financieros, ya sea directamente o a través de sus empresas filiales) y la fuerte  influencias mediante poderosos lobys en organismos mundiales, de tal forma que préstamos del banco mundial de desarrollo, FMI y otros organismos,  condicionan el apoyo económico,  a los países en vías de desarrollo, a una gestión prevada de las aguas.

 El sector privado hace guiños a los ayuntamientos y  la privatización – eficacia, o simplemente privatización para disminuir la deuda de los municipios o autonomía y  sigue ganando terreno.

Pero ¿qué se entiende por eficiencia? Es la capacidad de una empresa para dados unos imputs maximizar unos outputs (fines y objetivos) así como la habilidad para usar esos imputs en proporciones óptimas, dados unos costes y un nivel tecnológico.

 En la última década el slogan eficiencia privada, ha quedado vacío, nadie se lo cree y nadie  ha demostrado esa eficiencia, entendidos y estudiosos del tema llegan al mismo resultado, hay empresas públicas iguales e incluso más  eficientes que cualquier empresa privada, privadas que presentan fuertes grados de ineficiencia y privadas que solo son eficientes cuando actúan bajo  gestión mixta de una pública.

 Es común que en los resultados de análisis y estudios sobre la gestión del agua, estudiosos del tema,  lleguen a la conclusión de la no privatización. El tipo de propiedad no es una garantía de una mayor eficiencia, ni la razón para privatizar el servicio. Lo que actualmente está detrás de las privatizaciones es la facilidad de financiación de los Ayuntamientos, una financiación efímera, pero fructífera desde el punto de vista político.

 No hay privatización que se justifique por una mayor eficiencia, máxime cuando encontramos en nuestro país empresas con un sistema de gestión progresista, como puede ser en Córdoba EMACSA, en Sevilla el consorcio de agua, en Madrid Canal Isabel II por no incluir municipios más pequeños que aún no han sucumbido a los cantos de sirenas de la privada.

 En el resto de Europa no es que se pueda hablar de una corriente de privatización, pero puede que la remunicipalización de Agua de París, llevada a cabo hace más de un año,  marque una nueva tendencia. Principalmente por el éxito alcanzado en el primer año de gestión pública.

Anteriormente la privatización de Grenoble fue muy polémica ya que tras diez años de gestión privada, Grenoble consiguió remunicipalizar el servicio de agua, tras descubrirse que detrás de la privatización hubo corruptelas, regalos millonarios. Fueron juzgados y condenados  el entonces alcalde de Grenoble  y altos cargos de Suez.

 Otro caso interesante en Europa es el de los Países Bajos. En el 2005 se prohibió por ley la privatización del servicio de agua. Ginebra en el 2006 incluyó en su Constitución un párrafo en el que se decía que el suministro y distribución de agua deben ser públicos.

 Digno de mención es el intento de privatización de la empresa pública de agua de Malmó (Suecia), que fue frenado porque la propia empresa pública se presentó como candidata a la licitación.

 Empresas públicas europeas cooperan internacionalmente y participan en ayudas desinteresadas en otros países, prestando apoyo, conocimiento técnico y administrativo, a modo de ejemplos Waternet (Ámsterdam) ha prestado apoyo a países como Egipto, Palestina, Indonesia; el consorcio de Sevilla lo ha hecho con el campo de refugiado de los saharahuis en Argelia – Tindouff.

 Otras actuaciones en pro de lo público se han dado con uniones o asociaciones entre empresas públicas e incluso hermanamientos para compartir conocimientos (VA SYD).

 Todos estos casos muestran la riqueza, la socialización y la búsqueda de soluciones en el área pública y que no encontramos en el  área privada, donde el único objetivo social se dirige a los accionistas, muy loable desde el punto de vista del mercado capitalista, para con los bienes propios de dicho mercado, pero el agua no deberia ser una mercancía de libre comercio.

 Lo que si parece generalizado tanto en Europa como en países en vías de desarrollo es que la privatización es sinónimo de explotación del servicio de agua para la maximización de un beneficio, que sale del circuito económico del agua y que puede dar lugar a promesas de inversiones no cumplidas, desempleo, subidas tarifarias exageradas,  en base a informes y estudios económicos con datos de los servicios que no son fiables y todo ello supuesta una eficiencia que no se da.

El objetivo de los ayuntamientos debe ser remunicipalizar los servicios, y en los casos en que esto no sea posible no firmar ampliaciones a los contratos y  controlar muy de cerca,  los datos que le presentan las concesionarias y para eso nada mejor que someterlas a auditorias independientes, así como al análisis contínuo del cumplimiento de los pliegos de condiciones, plicas y contratos. y en último lugar no privatizar los servicios, pues las financiaciones que obtienen son efímeras y los cánones los pagan los ciudadanos a través de tarifas infladas e irreales.

No hay derecho moral, ético, ni justificación  económica ni  técnica, que justifique la  privatización del agua, dado que el servicio se puede gestionar con mayor garantía y eficiencia desde lo público que desde lo privado. Los ciudadanos tenemos que tomar conciencia de ésta problemática y buscar soluciones similares a la de los Países Bajos, exigir que el problema de la privatización se contemple en los proyectos de los partidos políticos para que el mercado al menos se contemple desde una óptica democrática.

 Por nuestros hijos, por nosotros y por nuestros municipios debemos tomar una posición activa, exigiendo unos servicios públicos transparentes y con objetivos sociales y no hipotecar nuestros bienes públicos

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